No funcionaron las pastillas anticonceptivas, y aparecí yo. Desde que era 2 células, hice lo posible por llevar la contra a mis papás. Cuando pensaban que sería niño, no hubo manera ni órganos sexuales externos que así me hicieran. Cuenta la leyenda, que llegué de buenas a primeras, exigiendo mi lugar. Mi madre había ido a cenar plácidamente con tremenda panzota, de regreso a casa, sintió una pequeña molestia, podría ser nada, ella conocía los dolores de parto y lo que sentía era solo algo pasajero, mi padre precavido opinó que era mejor no confiarse, el médico que me atendería andaba de viaje, porque todavía faltaba para la fecha programada, el suplente también amigo de mi madre, cuando supo de la molestia dijo, -
no será nada, es normal. Apenas checó, levantó a mi madre y directo a expulsión.
"No pujes" era lo que le ordenaban a mi madre. Yo salí escapista! Así llegué, a este valle de lágrimas haciendo lo propio.
Dado que no me esperaban tan pronto, hasta a mi hermana la agarré desprevenida, siempre quería ser mejor que ella, cuando empezó a ir al kinder, yo pregunté que era lo que seguía, me enteré que era la preprimaria, así que en las pláticas con adultos, cuando me preguntaban si ya quería ir a la escuela... (con mis cuadernos en casa, mi mochila y mis libros me sorprendía que lo pensaran)... y les respondía Yo iré a la preparatoria!. Mi educación inicial, llena de juguetes y con el complemento del kalimán, el pantera, las radionovelas y demás pasatiempos de quienes me cuidaban.
Mal hablada, tergiversando frases, alertaba a mi madre que un niño no hablaba bien, decía Pedddo, cuando todo mundo sabía que se decía Peddro al canino. Engañaba a todos que yo sabía leer, porque me aprendía los anuncios comerciales que había en las paredes. "Tome coca cola, bien fría". "Squirt sí quita la sed".
Llegué al kinder, con mis bracitos en la cintura, espantada de tanto niño llorón, ¿Por qué lloran, si aquí venimos a jugar?.
Me gustaba que me llevaran al cine a dormir. Me molestaba que en mi fiesta rompieran mi piñata, por qué? rompan su piñata en su cumpleaños.
Disfruté mucho ir subida en los hombros de mi padre, mi héroe porque era el más alto, el más fuerte, el más inteligente, el más enojón. Una mirada suya bastaba para entender que le parara a mis ímpetus de aventura. Y caminábamos por la playa, me gustaba tanto el mar, desde casa pasaba horas contemplando tanta agua, como cabe?, alguien la mide?, las tormentas eran un enigma, y me divertía espantando a mis primos relatando cuando se salía el mar, si no sabían nadar estaban perdidos. Trepada en el tercer piso de casa, en el pretil, me recostaba y veía el cielo, imaginaba que podía sentir como el mundo daba vueltas.
Me acostumbré a hacer preguntas, y a responder las ajenas con lo que tenía más a la mano, mi imaginación. Un día mi abuelo pregunta inocentemente, en un viaje en coche, "Qué es un motel?", mis padres no alcanzaron a responder, tan solo fingieron no escuchar mi respuesta.
Ayyyyyyyyy abuelo, no sabes? es donde van las parejas a hacer el amor!. Mi abuelo no hizo más preguntas, su nieta de 4 años ya era gente de mundo. Asunto resuelto.
A los 8 años descubrí que todo lo que quería era ser pianista. Lo fuí brevemente, tuve público, y maestros que me alentaban en mi sueño. Lo terriblemente ridículo era salir en vestidito a mis presentaciones artísticas. Lo mío era la artisteada, no lo ñoño. Me gustaban las clases de teatro. La danza, el jolgorio, mis trajes para salir a escena. Ser todos y ser una.
En la escuela del nabo, de la gloria al infierno y viceversa. Pleitos de manos y yo era ya una villana, cicatrices imposibles de borrar, me gustaba el peligro.
Salí a los 10 de la primaria, convencida que yo era chaparra para toda mi vida. Había vuelto a ser repelenta niña vicenta, después de un "premio" con el que viajé por un año en una escuela de monjas, cualquiera entiende el concepto estudias o rezas.
A los 14 me volví alta, estiré de un día para otro. Y conocí a R mi amor platónico-perro.
A los 16 a la universidad, pura diversión, a medicina entré sin querer, yo andaba vagando en mi idea de cumplir 18 años para irme a estudiar música, contra los deseos de mi padre, podía comerme el mundo, o bueno comer si trabajaba y estudiaba.
Terminé medicina, me apasioné en eso. Me gustaban las motocicletas, también tengo un recuerdito de esa afición.
En la década de los 20's le dí vuelo a la hilacha, entre mis deberes y los indeberes. Juergas, aventuras, estudios, música, paseos, novios. Empecé a conocer la cuasi independencia económica, y se me hizo vicio. Cambié de residencia, empecé a vivir solitita bajo mi propia beca, pero en buen lugar que eso de andar pobreteada no me gusta. Mi tía luma lo supo desde que yo tenía 5 años, yo tengo los ojos grandes, aunque la bolsa a veces es demasiado chica.
A los 30´s un buen día cambió mi vida el acompañante, y vivir acompañada se volvió disfrutable, ha de ser porque es extraterrestre.
Me gusta contarle historias, novelas, cuentos y él finge que me cree. En estos casi 34 años he conocido mucha gente, algunos ya han muerto, otros han llegado, otros los he corrido pero no hacen caso como mis hermanos, y a algunas personas me les aferro, poco pero lo hago.
Sé perfectamente que nadie esperaba mi estancia, pero si ya leyeron hasta acá ya se la chutaron.
Pronto dejaré la edad de cristo (según ficción).